Más allá del principio del placer y del deseo de posesión
El artefacto visual –cualquiera sea su género- existe en función del espectador y por lo tanto está asociado a la consideración de las potencialidades expresivas e interpretativas que le ofrece a ese espectador. Propiedad que supone –en términos generales- una experiencia ligada al principio del placer, que el destinatario puede prolongar con la posesión de la obra. Más allá de la reflexión ideológica sobre la fetichización de la mercancía y justamente por ello mismo, ese deseo de posesión define la demanda.
“Mercado Negro” -iniciativa del colectivo “7 Hornallas”- opera sobre la relación entre arte y esa demanda, haciendo hincapié en los factores que determinan su propagabilidad. Pero aquí el dispositivo de difusión e intercambio surge como un fenómeno que opera como rebote indómito frente de las limitaciones que aparecen bajo la tutela habilitante del mercado y la industria cultural. En el horizonte de la experiencia real, esta feria nómade y de carácter desnaturalizado, sale al cruce mostrando por un lado la debilidad del mercado de arte en Córdoba y por otro desplegando su capacidad para convocar a un público diferente y generacionalmente afín a los propios artistas. En otras palabras, crea oferta y demanda por fuera de la tipicidad de los grupos establecidos y de la catalogación académica.
Pero, más allá del principio del placer y del deseo de posesión, “Mercado Negro” interesa porque avanza sobre la influencia que el aficionado ejerce en el sujeto-artista, sobre la conciencia que de sí asume ese artista frente a sus pares y frente a un público ordenado por fuera de espacios estéticos estáticos y estratificados.
En este sentido, la experiencia de carácter celebratorio de “Mercado Negro” permite reconstruir –en un quiebre que sabemos momentáneo y sesgado- la idea de comunidad, porque relaciona a unos con otros y traza redes vinculares. Bajo el pretexto de la transformación de los valores fácticos del intercambio, permite enfocar el arte no sólo en su abstracto modelo estético, sino como proceso vivo –la sociabilidad en el plano de la sensibilidad y el valor accesible- determinando de esta manera nuevas relaciones entre los sujetos y el objeto de arte.
Gabriel F. Gutnisky
17.10.09
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